La Guerra Civil : de la muerte de Antonio Machado al compromiso de dos intelectuales franceses relevantes, François Mauriac y Georges Bernanos

La Guerra Civil : de la muerte de Antonio Machado al compromiso de dos intelectuales franceses relevantes, François Mauriac y Georges Bernanos.

Ludovic Dagostin

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Los 80 de Machado

Esta movida de multitudes de la política en precampaña coindice con el 80º aniversario de la muerte de Antonio Machado en Colliure (Francia). Allá quedó enterrado. El poeta cruzó por los Pirineos con un abrigazo grande y la madre en los brazos. En el gabán, antes de darle tierra, le hallaron un papel con un verso anotado a lápiz: «Estos días azules, y este sol de la infancia». Esa es la última huella, el dígito final de su poesía. A Machado (Antonio) lo empujaron a la nómina del exilio, la derrota y la tristeza, todo junto. Pero no lo han callado.Sucede con algunos poetas que sobreviven al fragor de la bandera y la pancarta. Son los que lanzan las palabras más lejos que la vida. Los honestos. Los mágicos. Los de grande fervor social porque en sus palabras cabemos todos. Porque en la plaza íntima de las palabras encontramos la forma de decir lo que afuera no se dice de igual modo. O no se dice. Faltan poetas de verdad. Sobran mujeres y hombres de mentira. Políticas y políticos. Una parte de la calle está muy sensibilizada para la poesía. Es la más social de los esquejes de la literatura. No por la soflama, sino por la verdad que lleva a cuestas cuando la lleva.Buscando citar a un poeta (fray Luis de León), quien escribió el libro que se ha perpetrado Pedro Sánchez, citó alegremente a otro (san Juan de la Cruz). Sucede cuando no se ha leído a ninguno. Este es el nivel. La política fatiga porque todo lo que cuenta es muy probable que no sea cierto o que nunca suceda. Que leyendo en voz alta un verso, se asesine por debajo de la mesa la poesía. Así se hace el oficio, dejando cada vez unas heladas más largas en el corazón.No sé si estoy muy solo también en esto: la pereza ante lo que asoma como hilo musical en los próximos meses resulta desalentadora. Mítines, promesas, telediarios, debates a cuatro, a tres, a dos… Qué más da. Ni la extrema derecha, que es el abrigo de la vieja derecha de siempre dado la vuelta, anima esto. Algunos colegas van dando aviso de lo que van a votar. Les envidio. En este exacto momento del jueves, a las 19.53, descreo sin pliegues de su mercancía congelada. Y fantaseo con la idea de que si salgo de casa el domingo grande de urnas es por probar el placer de llegar al sitio y volverme. Yo creo que sí. Más por tedio que otra cosa. Más por fatiga de lo mismo que por un vicio de derrota. Como dice el inmejorable Manuel Villanueva: «Estamos remontando, pero por el lado que no es». Machado sigue teniendo razón. Nos guarde Dios.

                          Antonio Lucas, El Mundo sección Opinión, 22 de febrero de 2019.

Machado, el refugiado

Se cumplen 80 años de la muerte de Antonio Machado en el pueblo francés de Colliure, adonde llegó huyendo del avance del ejército franquista

Hoy se cumplen 80 años de la muerte de Antonio Machado en el pueblo francés de Colliure, adonde llegó huyendo del avance del ejército franquista al final de la Guerra Civil y tras pasar la frontera en condiciones penosas en pleno invierno. En condiciones parecidas o incluso peores cruzaron los Pirineos 470.000 personas en apenas mes y medio en una huida a la que hoy se conoce en Francia por su nombre español: La Retirada. Aquel éxodo apresurado desbordó una región que en 1939 tenía 250.000 habitantes y cuyas autoridades improvisaron campos de concentración que a veces no eran más que una playa rodeada de alambre de espino y custodiada por guardias.

El primero en abrirse fue el de Argelès-sur-Mer, que llegó a alojar a 100.000 personas. A él acudirá este domingo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una jornada que incluye visitas a las tumbas de Machado en Colliure y de Manuel Azaña en Montauban. El homenaje de Sánchez, el primero de este tipo que realiza un presidente en ejercicio, se suma a las continuas peregrinaciones anónimas a la modesta sepultura del poeta —convertido desde hace décadas en símbolo del exilio republicano— y a los actos promovidos por los descendientes de los exiliados. Exposiciones, conferencias y marchas simbólicas por los llamados “lugares de la memoria” recordarán durante todo el año un acontecimiento traumático en la historia europea: la crisis humanitaria que culminó la guerra desatada por el golpe de Estado de Franco.

En Francia, la tensión entre resistencia y colaboracionismo, gloria y vergüenza, hizo que la memoria histórica del siglo XX también pasara por su particular travesía del desierto. Sin embargo, al contrario que en España, hoy permanece al margen del debate político. Ochenta años después de una acogida entre temerosa y cruel por parte de las autoridades —compensada en ocasiones por la solidaridad de muchos particulares—, el país vecino ha hecho suyo de manera ejemplar el recuerdo de la penosa llegada de miles de refugiados que, en muchos casos, terminaron por instalarse en su territorio y convertirse en ciudadanos franceses. Se calcula que 70.000 de los que cambiaron de país en enero y febrero de 1939 eran menores de edad. Sería injusto que España —la gobierne quien la gobierne— se desentendiera por segunda vez de ellos y de sus hijos y nietos. También lo sería que aquella estampida de seres humanos que huían de la represión quedase petrificada como un mero hecho del pasado. El poeta Tomás Segovia, que fue niño del exilio, escribió que la memoria de la diáspora de 1939 solo serviría de algo si se tenía presente que el desamparo de los españoles que llegaron a Francia huyendo de la persecución para verse desposeídos de sus derechos es el mismo que sufren los refugiados que continúan a diario llegando a Europa.

                                           Alejandro Ruesga, El País, 22 de febrero de 2019.

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